La Yuca está considerado entre los pocos productos agrícolas que, al ser procesado, conserva la identidad básica y la mayoría de los componentes del alimento original, ya que mantiene el adecuado balance nutricional por la no adición de aceites, azúcares y sales al transformarse en harina. De ahí que se puede afirmar que todos los componentes o nutrientes de la raíz, también permanecen en la harina; entre los nutrientes se destacan la vitamina C y la fibra, muy favorables a la nutrición del organismo humano, por sus aportes en carbohidratos complejos y escasos azúcares y sodio en comparación con otras harinas elaboradas a base de trigo, maíz, almendras, arroz, entre otros.

Por sus particularidades y la conservación de sus componentes naturales, el consumo de la Harina de Yuca reduce las probabilidades de efectos negativos en la generalidad de las personas que padecen diversas enfermedades, al tiempo que disminuye los niveles de colesterol y triglicéridos en el torrente sanguíneo y, por ende, contribuye considerablemente a la reducción de los padecimientos de presión arterial y patologías cardiovasculares.

Al respecto, la harina de yuca posee un sabor neutro y suave que no distorsiona el sabor de los alimentos, muy agradable al paladar y, al no contener gluten, es una opción nada despreciable al incluirla en diferentes platillos o recetas.

Se le considera como sustituto de la harina de trigo y de sorgo, de gran potencial de uso en la repostería y elaboración de diversos alimentos para personas alérgicas al gluten; en algunas combinaciones se utiliza para espesar salsas y otorgar consistencia a los guisados. La harina de Yuca se obtiene de diversas maneras, mediante el secado manual o con máquinas; al procesar la raíz, se transforma en un polvo muy fino, de color blanquecino y de textura ligera y prácticamente sin sabor.